Eduardo Duhalde ha logrado una ventaja significativa en la sorda interna de largo plazo que mantiene con el matrimonio Kirchner por el control del peronismo.
No se trata de un diferencia económica o de poder, aunque posiblemente le redunde, al final, en un mejor posicionamiento personal.
Lo que el ex presidente alcanzó luego de años de trajinar el espinel, es un interesante grado de “objetivación” en sus estrategias políticas, muy lejos de la visceral división de leales y traidores que subyuga al kirchnerismo.
Prueba de ello es el acercamiento que construyó en los últimos meses con gente que le guardaba profundos rencores como Carlos Saúl Menem, los hermanos Rodríguez Saá y José Manuel de la Sota. Pero la frutilla de ese proceso de cicatrización interna que se dio con paciencia oriental, es acaso su renovada sociedad política con Felipe Solá.
Es que en este último caso, es Duhalde quien tuvo que hacer a un lado su propia lista de reproches, y atento a las nuevas circunstancias, sellar el acercamiento con el artífice de su derrota ante los Kirchner en el 2005.
Curiosidades de la política, por muchas razones, hoy el diputado electo es para Duhalde la mejor carta para la presidencial del 2011.
Se pueden decir muchas cosas de Felipe Solá, pero sin duda es un hombre de suerte, elemento fundamental para tener una exitosa carrera política.
Egoístas como son, los Kirchner nunca le compensaron los servicios prestados y luego de coartarle la posibilidad de explorar una segunda reelección, le negaron la presidencia de la Cámara de Diputados y hasta un lugar en el gabinete nacional.
La soñada cartera de Agricultura y Medio Ambiente nunca llegó. Maltrato que finalmente colocó al diputado en una situación de “manos libres” que le permitió liderar la rebelión peronista en la cámara baja, cuando llegó la hora de tratar las retenciones móviles.
Así las cosas, Felipe se convirtió en el puente de plata entre el peronismo y el campo. Hasta sus enemigos más encarnizados le reconocen que sabe de lo que habla cuando se mete en la complejidad de la cadena agroindustrial. Un actor económico y social que ya demostró su importancia neurálgica, que sólo los testarudos Kirchner insisten en negar.
La clase media, ese objeto del deseo
Pero no es su vínculo restañado con el campo lo único que atrae a Duhalde de Felipe Solá. Se sabe que la clase media todavía define las elecciones. Es aquel que mejor logra sintetizar las aspiraciones de al menos una franja grande de ese sector el que triunfa.
Lo hizo Menem en su momento aupado en la Convertibilidad; luego De la Rúa con sus promesas de transparencia y finalmente los Kirchner augurando un cambio que nunca llegó. Después vinieron los D´Elía, Moreno y la propia locura de Néstor Kirchner, para que esta franja social se despidiera definitivamente del kirchnerismo.
“Felipe tiene discurso y cara para la clase media”, definió pragmático un peronista que trajina el Conurbano. No hay muchos presidenciales en el peronismo que hoy gocen de ese plus.
Uno de ellos es Carlos Reutemann, pero su pulsión por eludir el podio mayor en el último minuto, lo convirtieron en una opción poco confiable. “Tenía todo para liquidar a los Kirchner en la interna del PJ santafesino, que iba a ganar 90 a 10, y en el último minuto les concedió la lista de unidad”, afirman con rencor cerca de Duhalde.
Por no mencionar, las al menos dos oportunidades, en las que rechazó una candidatura presidencial con grandes chances. “No se puede construir con el Lole, en la recta final se baja y te deja sin nada”, agregan.
En este trabajo por convertirse en la expresión política-electoral de lo que fue el fenómeno de la protesta del campo, esto es, el interior rural más las clases medias urbanas, un aliado fundamental es Julio Cobos.
Felipe mantuvo con Cobos al menos un encuentro público, y viene tejiendo pacientemente para crear un interbloque en Diputados que junte a los peronistas disidentes con los despechados radicales k, que lidera el marplatense Daniel Katz, de línea directa con el vicepresidente.
Es presuroso pensar en fórmulas compartidas, pero luego de su voto “no positivo”, el vicepresidente es uno de los políticos más populares del país, central para cualquier proyecto superador del kirchnerismo.
“Felipe quiere mostrarse como el que hace la Concertación en serio, desde el respeto, el diálogo y la discusión de proyectos”, explicó un dirigente que transita los despachos radicales.
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La eventual postulación de Solá, es también un fuerte mensaje a líderes como Mauricio Macri y Daniel Scioli, quienes antes del conflicto con el campo se creían más allá de cualquier discusión.
En un interesante reportaje con el diario chileno La Tercera, días atrás Duhalde aludió a Mauricio Macri como una “ave de paso” y sobre todo, cuestionó en duros términos a su partido, el PRO, que dijo, sencillamente, “no existe”.
Macri es una opción abierta en el esquema duhaldista. Pero sólo como candidato del peronismo. Sólo si entiende que únicamente con la estructura nacional del PJ tiene chances de llegar a la Casa Rosada. Y no es serio, para Duhalde, pretender equiparar al PJ con el PRO, en un eventual acuerdo.
“Se tiene que bajar del Pony, después del conflicto con el campo, el poder en la Argentina entró en discusión y hay espacio para construir alternativas”, explican cerca del ex presidente.
El jefe de Gobierno porteño, asesorado por Jaime Durán Barba, se atiene a un libreto que suena un tanto rígido para la movilidad política de la Argentina. Su idea es hacer una buena gestión –o al menos sin grandes escándalos-, y esperar que “me vengan a buscar”. Algo así como que le lleven el gobierno a su casa.
Difícil esperar tanta generosidad de gente con el cuero duro de tanto pelear por cada centímetro de poder, como son los peronistas. Mismo esquema rentístico que imaginó en su momento la gente de Daniel Scioli, sólo que en su caso, esperando la ofrenda de manos de los Kirchner.
Es que Solá también ha comenzado a recorrer el Conurbano. “¿Estás en la Municipalidad? Estoy a un par de cuadras, paso a tomar mate”, le dijo días atrás con aire inocente un entusiasta Solá al intendente de Malvinas Argentinas, Jesús Cariglino. La reunión se extendió por más de dos horas e hicieron bastante más que tomar “unos mates”.
El regreso de la política
Lo cierto es que mal que le pese a muchos, una vez más la realidad ha demostrado que aquellos que se sueñan líderes pueden adolecer de cientos de defectos, menos de uno: la ausencia de política.
Felipe Solá, un poco forzado por las circunstancias y con mucho olfato, desde una banca anónima, sin presidir siquiera una comisión, siendo apenas uno más de los 254 diputados que tiene la cámara baja, demostró que cuando hay política hay futuro.
Lo mismo hizo Julio Cobos, desde uno de los puestos más intrascendentes del organigrama nacional. El poderío económico, el manejo de los recursos del Estado, la capacidad de presión, son todos elementos valiosos a la hora de enfrentar una pelea por la Presidencia.
Pero si sólo queda eso y se extravía la política; si lo único que se ofrece es ordenes indiscutibles y docilidad interesada; la derrota es el resultado más probable.
Allí están los Kirchner, los Urtubey, los Capitanich, apegados a la razón práctica del dinero, como explicación última de sus actos. Así les va.
FUENTE: Por Ignacio Fidanza para LPO
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jueves, 6 de agosto de 2009
Felipe Solá es para Duhalde la mejor carta.
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Felipe Solá es el último dirigente decente que le queda al peronismo, ponganse las pilas.
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